Mis grandes compañeros
La energía que necesitan a su lado es tranquila, para sentirse seguros. Yo paso mucho tiempo con ellos; simplemente estar a su lado, pasándolos el cepillo o acariciándolos. Pero en momentos especialmente duros, cuando me quedo largas horas en el campo, ellos han sido mi mejor terapia, porque para recibir sus mimos y atenciones, antes tengo que calmar mis nervios y el batiburrillo en mi cabeza, porque si no ellos me ignorarán por completo. Y llegar a ese estado de calma sin mediar palabra es simplemente magia. Creo que ya me conocen tanto que intuyen mis emociones.
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